26 enero 2010

Comentarios

Seguramente seré un ingenuo, pero no hay cosa más descorazonadora que leer determinados –excesivos, por desgracia- comentarios que se vierten en algunos medios y blogs locales. Ahora mismo sin ir más lejos. Acabo de leer una importante noticia en La Opinión sobre el porcentaje de trabajadores autónomos (un 6,5%) que han bajado la persiana en Torrent. O sea, más gente parada.

Acto seguido me dirijo a observar qué opinan al respecto mis paisanos. Es directamente para llorar. La bestia sectaria, que anida en algún rincón del ser humano, que no conoce ni reconocerá –ni falta que le hace- méritos en el que opina diferente, sale a pasear, protegida, eso sí, bajo el paraguas del anonimato. De un partido y del otro y del otro. En este territorio nadie tiene la exclusiva. El maniqueísmo y la demagogia de muchos de los comentarios -obviamente, no me refiero únicamente a los de esta noticia antes citada de La Opinión-, debidamente macerados en el insulto y el regüeldo, es de escándalo. Todo o es blanco, o es negro. Sin matices.

Hace ya meses que, por higiene mental, entro muy esporádicamente a determinados blogs de Torrent. Recuerdo concretamente uno –hace ya tiempo que no lo visito y, por tanto, no puedo emitir un juicio actualizado- que había llegado a convertirse, valga el símil, en una enorme palangana que acogía de mil amores las vomitonas de sus lectores comentaristas. Era el paraíso de la burla, el mote, el chascarrillo insultante y la ofensa fácil. Consentido, alentado e incluso participado todo ello por su titular.

¿Es eso todo lo que cabe esperar de esta estupenda herramienta que es internet? ¿No estamos desperdiciando una excelente ocasión, brindada por la tecnología, para el debate argumentado y la exposición sosegada de ideas? ¿No cabría realizar un esfuerzo y, dejando los prejuicios ideológicos, descubrir qué hay de verdad en los argumentos de los “rivales”? Son quizá pretensiones demasiado complicadas, pero ya os advertí que soy un ingenuo.

24 enero 2010

"No quiere" crear empleo. ¿Seguro?

Me deja pensativo el post que leo en el blog de la concejala socialista Encarna Redón. Dice así, rotundamente: “Doña Mª José Català puede crear empleo y no quiere. ¡Queremos los cines de Parc Central Ya!”. Nada más. A este texto, que es al mismo tiempo titular, le acompaña solamente una fotografía, que supongo que capta el emplazamiento reservado a los futuros cines.

Desconozco la polémica que rodea a este asunto, si es que la hay. Pero me llama la atención la contundencia de la socialista en su primer aserto: Catalá, según Encarna Redón “puede crear empleo y no quiere”. ¿Qué alcalde o alcaldesa, me pregunto con curiosidad, sería tan necio de, pudiendo hacerlo, impedir que se generen nuevos puestos de trabajo en su municipio por el mero hecho de “no querer”? Perplejidad. Tal y como pintan hoy las cosas, la creación de empleo beneficia tanto a la persona que recibe el trabajo como al político que la hace posible.

Sin embargo, ahí está, taxativamente, sin lugar para la duda, la frase de Redón: “Doña Mª José Català puede crear empleo y no quiere. ¡Queremos los cines de Parc Central Ya!”.

Otra cosa muy diferente, claro, es que este determinado proyecto de los cines esté tropezando para ponerse en marcha con algún tipo de traba administrativa, urbanística o de cualquier otro estilo. Pero entonces ya no sería que la alcaldesa “no quiere” crear empleo. Existiría un matiz nada despreciable.

Por eso, tras pensarlo, sólo puedo extraer una de dos conclusiones: o tenemos en Torrent un gobierno muy tonto que “no quiere” generar puestos de trabajo, o padecemos a algunos miembros de la oposición muy ligeros e imprudentes en sus afirmaciones.

21 enero 2010

Vicente Blasco-Ibáñez Tortosa

Me alegré hace unos días al “reencontrarme” en la web de Levante con Vicente Blasco-Ibáñez Tortosa. Cuántos años. Lo veo, casi lo adivino por lo diminuto de la fotografía, muy envejecido. Claro, que lo mismo puede decir él de mí, que me conoció con veintitantos años.

Han pasado, si mal no recuerdo, unos quince años desde que dejó la corporación de Torrent. Aterrizó en ella en 1991. Iba de número 3 en las listas de UV acompañando a José María Veguer y a Enrique Mora. Las urnas sólo concedieron dos escaños a esa formación y Enrique Mora, en lo que interpreté entonces como un acto de gran generosidad –y nadie hasta hoy me lo ha desmentido- renunció a tomar posesión de su escaño en beneficio de Blasco-Ibáñez Tortosa.

Fue un lujo compartir esos cuatro años (cada uno desde su sitio, él como político, yo como plumilla) con el nieto de Blasco Ibáñez. No entiendo por qué en la entrevista antes aludida de Levante se omite la referencia a esa etapa como concejal de Torrent. Quizá sea cuestión de espacio. O más posiblemente, que ese cargo haya quedado solapado por una vida pública tan prolija. En cualquier caso echo de menos siquiera una alusión a ese periodo.

Conforme leía sus declaraciones más reconocía al personaje. Vicente ha sido siempre tan rompedor en las palabras como persona de bien en sus actos. Recuerdo que hacía desternillarnos de risa a políticos y periodistas antes o después de los plenos con sus soflamas contra el clero en general y la Iglesia Católica en particular. Se las daba de comecuras y, por lo que ahora leo, continúa en las mismas. Con su aspecto alto y espigado, su sonrisa bonachona y su ironía punzante, Blasco-Ibáñez Tortosa arreaba a todo lo que olía a rancio y, muy especialmente, si desprendía aroma a sacristía.

Nunca entendí muy bien qué puñetas hacía en UV, aunque deduzco por sus recientes palabras que respondía a una cuestión de amistad y lealtad con el fallecido González Lizondo. Pero su republicanismo anticlerical poco casaba, a mi entender, con esa formación valencianista de burguesía conservadora y, generalmente, católica. Constituía, sí, una pieza exótica en ese partido.

Sus manifestaciones eran incendiarias, pero jamás maleducadas o groseras, y menos ad hominem. Acabado el debate podías verlo en animada charla tomando café en L’Horta con cualquiera de los concejales, compañeros o rivales. Eso era lo de menos. Por eso Vicente Blasco-Ibáñez Tortosa es de esos tipos que te reconcilian con la política. Me alegro de volver a saber de él.

15 enero 2010

El terremoto, aquí

A pesar de que Haití dista mucho más de Europa que de donde me encuentro (Ecuador), me atrevería a decir que el impacto emocional por la tragedia del terremoto padecido en ese país está siendo muy superior en el viejo continente. Resulta paradójico pero responde a cierta lógica.

Sobrevivir, simplemente, es tarea cotidiana para millones de personas, aquí, en Ecuador. La existencia pende de un hilo sutil que las pésimas condiciones de vida y, en no pocas ocasiones, la naturaleza, a menudo corta en un santiamén.

Esta actitud ante la vida forja el carácter. Seguro que muchos de mis ahora convecinos, tras conocer el caos haitiano, lamentaron primero con un suspiro los miles de muertos, para, inmediatamente, dirigir el rabillo del ojo a la tierra y comprobar que continua estable. Mañana puede ser aquí.

Juro que hasta hace dos años jamás en mi vida había sentido lo que era un temblor de tierra. En la actualidad, en este país ya he vivido más de una docena. El más fuerte, en Guayaquil el 15 de noviembre de 2007. Registró una intensidad de 6,7 grados en la escala de richter. Una cosa seria.

Era sobre las 10 de la noche, me encontraba solo en casa e iba a conectar en ese instante la televisión. Al principio el efecto se asemejaba a la vibración que produce el paso de un gran camión, para tornarse paulatinamente en un desconcertante balanceo de toda la vivienda. El suelo se movía, literalmente, bajo mis pies como en olas. Fueron 30 segundos de zozobra -en todos los sentidos- que, afortunadamente, quedaron prácticamente en nada: algún daño material aislado en la ciudad. Casi un milagro. Porque un poco más de potencia -no mucha más- o un epicentro más cercano y el seísmo hubiera amenazado hecatombe.

Aquí no sólo la tierra tremola. El volcán Tunguragua, en una región del norte, lleva semanas emitiendo cenizas que presagian erupción. Desde el pasado mes de noviembre todas las ciudades del país padecen a diario –padecemos- cortes de suministro eléctrico durante varias horas. La dura sequía -estiaje lo llaman aquí-, inédita en cuarenta años, ha obligado a unas rígidas restricciones que creo que en España no existen desde la posguerra, allá por 1940-50.

Es difícil de entender esta situación desde la opulenta Europa, donde las preocupaciones caminan por otros derroteros. Complicado es incluso para mí, que ya habito más de dos años en estos lares. Es, definitivamente, otro mundo, otra filosofía. Cuéntales que la polémica gira en torno a un referéndum para el cambio de nombre de una avenida; explícales (o mejor, inténtalo) la indignación que ha levantado que los plenos se celebren a la hora de comer; diles que la austeridad municipal ha quedado plasmada en la congelación de sueldos de los concejales. Razónaselo y obtendrás un amable pero perplejo rostro por respuesta que se pregunta qué carajo te pasa.

09 enero 2010

Por fin la verdad comienza a abrirse paso

Leo con satisfacción la extensa noticia difundida hoy mismo en la edición digital de La Opinión titulada “El tribunal de cuentas investigará los contratos con www.eltorrenti.com”. Y digo con satisfacción porque aunque en la primavera de 2007, momento en que se desencadenan los hechos que dieron lugar a la denuncia del Bloc, algo conocía del asunto, la apertura de diligencias por parte del Tribunal viene a corroborar que, efectivamente, hay posiblemente –no adelantemos acontecimientos- irregularidades que esclarecer y, en su caso, castigar.

Decía que me alegro. Y no precisamente por el desprestigio y el eventual correctivo legal que pueda recaer en el señor director de la web investigada, al que personalmente no le deseo ningún mal, sino porque por fin empieza a proyectarse alguna luz sobre una polémica que salpicó la pasada campaña electoral de Torrent.

Creo que mi postura al respecto estuvo en su día suficientemente clara en mi primer blog. Desde luego callado no me quedé. Sirvan como botones de muestra este comentario y éste otro. Por tanto, la apertura de diligencias por parte del tribunal no puedo más que saludarla con agrado porque viene a satisfacer mi reivindicación de que el dinero público no debe ser usado desde el poder para vilipendiar al adversario, y más en plena contienda electoral.

Se me puede objetar, con toda la razón, que no es la difamación el motivo de esta investigación legal, sino las presuntas irregularidades contables en los pagos por publicidad. Cierto. Como cierto es también que si la web de marras no se hubiera dedicado a difamar al Bloc en general y a la persona de mi amigo Sento Beguer en concreto, lo más probable es que este asunto dormiría hoy el sueño de los justos por la sencilla razón de que no se hubiera interpuesto denuncia alguna. Vaya pues lo uno por lo otro.

Comentario aparte merecen los gestos del PP de Torrent, algunos de cuyos miembros (hoy en el gobierno local), según leo, se han apresurado a celebrar la actuación del tribunal con alborozo. No dispongo de todos los datos, pero creo que no me equivoco si afirmo que ésta es una batalla que emprendió el Bloc de Torrent más solo que la una sin que, por desgracia, obtuviera el respaldo de ningún otro grupo municipal. Ninguno es ninguno.

No recuerdo que, ni siquiera por un elemental sentido de la solidaridad, se alzara voz alguna denunciando los abusos informativos (mejor, desinformativos) que se perpetraban contra el Bloc con el dinero de todos. PP y UV, entonces en la oposición, callaron como momias e incluso contribuyeron a nutrir con cierta publicidad esa página web, mientras desde allí mismo, casi a diario, se insultaba, ridiculizaba, menospreciaba y deshonraba a Sento Beguer.

Por eso me parece injusto, por decirlo suavemente, que a toro pasado y con el viento a favor algunos se atrevan a colgarse públicamente medallas que en modo alguno les corresponden. Menos ínfulas ahora y más apoyos cuando era el momento.