“ProsperidaZ, competitividaZ, accesibilidaZ, empleo de calidaZ, alta velocidaZ, igualdaZ, sensibilidaZ, modernidaZ, solidaridaZ, estabilidaZ, capacidaZ... con Z de Zapatero. Éste es el mensaje que el PSOE quiere transmitir en los próximos dos meses en su campaña para explicar la acción del Ejecutivo, bla, bla, bla…”
Con esta noticia, en elmundo.es , me he desayunado hoy. Ni afecta exclusivamente a Torrent, ni éste pretende ser un comentario político. Simplemente me pregunto: ¿es preciso que un partido, el que sea, confeccione sus mensajes propagandísticos a costa de propinarle patadas al diccionario?
Los índices de lectura están por tierra. Los de escritura, mejor ni mentarlos. La pobreza léxica apabulla. El manejo de la ortografía, incluso entre universitarios, es pésimo. El uso generalizado de las nuevas tecnologías, como SMS, está degradando la riqueza del castellano o español (que de las dos formas se denomina). Todos estos datos, junto a otros que omito, no son jeremiadas que se me ocurren para justificar un comentario del blog: constituyen la realidad idiomática de hoy, denunciada reiteradamente por académicos y expertos.
Y en esas estamos cuando los publicistas de un partido (que ocupa el Gobierno, con la responsabilidad que ello implica) no tienen mejor cosa que hacer que diseñar su campaña distorsionando el final de determinadas palabras para que la última letra cuadre con la de su candidato. Cuánto ingenio. Hasta ahora decir “modernidaz”, por ejemplo, era lenguaje propio de paletos y motivo de urgente escolarización; hoy es el eje sobre el que pivota una estrategia publicitaria de las bondades de los presuntos logros alcanzados, ahí es nada, por el Gobierno de la nación.
Mantengo desde hace algunos años la convicción de que caminamos hacia un totalitarismo. Pero no a una autarquía política de izquierdas o derechas, no. Vamos hacia un sistema en el que una minoría culta e ilustrada, cada vez más reducida, dominará los centros de decisión y se impondrá sobre una inmensa masa semianalfabeta, adocenada, borreguil y acrítica que pasará por todos los aros, deglutirá sin apenas masticar y hará suyos los mensajes pergeñados por los primeros sin molestarse siquiera en filtrarlos. No es un panorama muy alentador, lo sé. Ni deseable. Pero campañas publicitarias como la que nos presentan hoy no invitan precisamente al optimismo.
18 octubre 2007
Patadas al diccionario
Publicado por
José L. Arnal
en
jueves, octubre 18, 2007
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